sábado, febrero 27, 2010

HABLEMOS DE MUJERES...

Este es un articulo tomado del Blog de Josefina Rojo
Al pensar en mujeres de la localidad ... me quedé pensando... conozco muchas mujeres maravillosas, dignos ejemplos de maternidad, feminidad, servicio, es más, pudiera decir que de todas mis amigas podría escribirse no solo un artículo sino un libro y en todas ellas encontraríamos muchas cosas dignas de ser imitadas. Pero me detuve un instante en mi querida amiga Conchita Servín.
Su cualidad mas notable diría yo fue la mansedumbre, nunca hasta donde yo me acuerdo la vi alterada, enojada, ni siquiera molesta con algo, a todo le buscaba el lado bueno, pensaba bien de todos, a todos les encontaba cualidades.... quizá porque siendo Maestra -por vocación- sabía como intuición buscar en sus alumnos lo mejor de cada uno y así utilizarlo para hacerlos crecer no sólo en cuestiones de instrucción sino para que fueran buenas personas. Nunca la detuvo el ser una maestra del sistema público para poner a Dios en todo lo que hacía. Nunca dejó de dar testimonio de su fe estuviera donde estuviera, y por eso era respetada y consultada por todos, creyentes y ateos. Ya que su vida, su casa, su familia, todo estaba al servicio de la comunidad. Además de su trabajo docente durante toda la semana, los sábados tenía en su casa un centro de catequesis que pertenecía a la Parroquia, su casa estaba reducida a la mínima expresión, lo mínimo que necesitaba para vivir, todo lo demás estaba adaptado para la catequesis, al frente tenía siempre un friso que expresaba el momento litúrgico de la semana, su porche y patio, lleno de sillas, bancas etc. dentro de la casa, lo mismo. Puertas abiertas, siempre, igual que su corazón.
Cuando enfermó, ni nos enteramos hasta ya muy avanzada su enfermedad, nunca se quejaba, seguía adelante hasta que no pudo moverse más. De mis últimos recuerdos, tengo una visita que le hice ya estando en cama; siempre con una sonrisa en los labios, platicando, cantando. Algo me dijo que mi corazón dio un salto: "anoche soñé con el Papa Juan Pablo II, no me decía nada pero me hacía señas para que lo siguiera...." Y así fue, a los pocos días lo siguió... al Cielo.

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