Extracto del mensaje del Papa Francisco sobre la paz
En
pueblos e individuos vemos sembrada la vocación de formar una
comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se
preocupan los unos de los otros. Sin embargo, a menudo los hechos, en
un mundo caracterizado por la “globalización de la indiferencia”,
que poco a poco nos “habitúa” al sufrimiento del otro,
cerrándonos en nosotros mismos, contradicen y desmienten esa
vocación.
Las
numerosas situaciones de desigualdad, de pobreza y de injusticia
revelan no sólo una profunda falta de fraternidad, sino también la
ausencia de una cultura de la solidaridad.
Por
eso se
necesita promover la fraternidad,
asegurando
a las personas –iguales en su dignidad y en sus derechos
fundamentales– el acceso a los «capitales», a los servicios, a
los recursos educativos, sanitarios, tecnológicos, de modo que todos
tengan la oportunidad de expresar y realizar su proyecto de vida, y
puedan desarrollarse plenamente como personas.
Finalmente,
hay una forma más de promover la fraternidad –y así vencer la
pobreza– que debe estar en el fondo de todas las demás. Es el
desprendimiento de quien elige vivir estilos de vida sobrios y
esenciales, de quien, compartiendo las propias riquezas, consigue así
experimentar la comunión fraterna con los otros. Esto es fundamental
para seguir a Jesucristo y ser auténticamente cristianos. No se
trata sólo de personas consagradas que hacen profesión del voto de
pobreza, sino también de muchas familias y ciudadanos responsables,
que creen firmemente que la relación fraterna con el prójimo
constituye el bien más preciado.
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