Por Profra. Norma Alicia Vega Palomino
LA DANZA DEL CHAMIZÍN
Chamizin había nacido en un ecosistema urbano en un solar no intervenido donde todos los que habitaban eran chamizos adultos. Sus padres frecuentemente le decían que, ser chamizo, era motivo para sentirse orgulloso. Una vez escuchó a un chamizo muy viejo, quien ya no tenia hojas decir, que al fin cumpliría con su misión. Obedeciendo a su padre, quien siempre le decía que cuando tuviera alguna duda, le preguntara. Se dirigió a su padre para preguntarle.
-¿ Papá cual es la misión de un chamizo? Su padre se esponjo más que de costumbre para decir con genuino orgullo.
- Hijo nuestra misión es ser el emblema o representante de estas tierras.
Pero no desesperes por que en unos meses lo sabrás
Chamizin no entendio pero no preguntó más. Cuando entró la primavera le llamó la atencion que, en el vivero de enfrente, muchas personas salian diciendo “Que hermosa está, ésta planta”. Pero nunca oyó a un humano decir que él, sus padres o sus amigos lo fueran y mucho menos que los llevarán a sus casas.
Una noche el viento empezó a soplar muy fuerte y todos los chamizos empezaron una gran fiesta. Todos bailaban y cantaban con voces de sonoras ramas al ritmo del viento, meciéndose con tal frenesí que muchos, entre ellos Chamizin, volaron tan alto como queriendo alcanzar del cielo, para luego caer sobre suelo y danzar en caracolas. Chamizin comprendía ahora su misión.
Era fusionarse al elemento que lo movía, para pregonar al mismo tiempo, que era símbolo de identidad de esta región de Mexicali, ante los ojos, de todos los que le miraban.
LA GOBERNADORA AMIGA
En una calurosa tarde de abril de 1914, un grupo de plantas en el desierto de Mexicali hablaban orgullosas de sus características.
-¡Yo soy muy importante, t
engo jugosa carne, doy sombra y soy buen refugio para algunos- decía el cactus
-Pues , no es por presumir pero yo hermoseo al campo y lo perfumo. decía la flor
-¡Ups! yo mejor ni hablo tan solo mido 30 cm. y no doy sombra, ni líquido, ni refugio a nadie! ¡Hum, no sirvo para nada!- comentaba la gobernadora.
El tiempo transcurría y las amigas hablaban de sus colores, las hojas, la estatura que cada una tenia, de sus flores o sus espinas. Fue ahí donde la gobernadora sonrió, porque por primera vez descubrió la existencia y la belleza de su flor amarilla.
Empezaba a caer la noche. Dos indios cucapah quienes iban de camino a Mexicali para comprar víveres, buscaban donde descansar muy cerca de donde, la gobernadora y sus amigas vivían. Repentinamente uno de ellos fue mordido en una pierna, por una víbora de cascabel. Con un cuchillo, su compañero le punzó la mordida y succionó el veneno.
El Cucapah herido fue acomodado sobre el arrastre para la comida por su compañero intentando conseguir ayuda en algún rancho. Pero al llegar al lugar donde estaban las plantas, el amigo casi se desvanece de cansancio y se deja caer muy cerca de la gobernadora. Los dos Cucapah se quedaron dormidos. Pero el amigo del herido en sueños escucha: ¡Oye amigo! Quiero ayudar. Arranca mis hojas y muélelas muy bien en un poco de agua. luego pónselas a tu amigo sobre la herida cubriéndola muy bien. Y el líquido que quede, dáselo a tomar, ¡ Vamos despiértate!
Se sentó asustado y dijo: -Creo que ya me contagié del veneno que mata de mi amigo, pués hasta oigo que esta planta me habla. Pero luego de pensar un poco y ver que la pierna herida estaba inchada y la frente del herido esta muy caliente, no lo pensó más, e hizo lo que creia haber soñado.
Ya no pudo dormir más durante la noche y repitió la cataplasma y la toma dos veces más. Por la mañana, dejo agua con hojas molidas, acomodó a su amigo bajo la gobernadora y lo tapó con otras ramas para protegerlo del sol y se fue a buscar ayuda.
Cuando el amigo del herido regresó con ayuda, ya habían pasado dos días y temía que su amigo hubiera muerto. Para su sorpresa, lo encontró bien y sin fiebre, además su pierna se había desinflamado. Todos le ayudaron a subirse al caballo. En ese momento su amigo fue a orinar, pero no pudo. Talvez había sido que corrió por horas bajo el sol y sin tomar agua pues recordemos que le dejo a su amigo el agua con las hojas molidas. En ese instante creyó escuchar: ¡Ahora tú, déjame ayudarte! Toma mis hojas y ya sabes que debes hacer.
- ¡Gracias amiga claro
que lo haré!-
contestó el indio, quien pensado y haciendo tomó las hojas las molió luego subió a su caballo y ansioso tomó su líquido por que sabia que pronto se sentiría muy bien. ¡ Claro que sí!
Algo asombroso había pasado con la gobernadora. Por alguna razón estaba más verde que de costumbre y decenas de florecillas amarillas como brillantes estrellas le adornaban. ¿Seria tal vez por que ansiosa esperaba la tarde para contarle a sus amigas, sus valiosas características?. Fin
Un agradeciemiento a la maestra Norma por esta aportación, dos breves cuentos sobre el valor que todos tenemos en el lugar en que estamos, a pesar de nuestras flaquezas o debilidades.