por Pablo Menichetti
“A la psiquiatría hace tiempo que se le ve el plumero. Son tantas las
enfermedades y trastornos que se describen en sus manuales que hoy en
día lo raro es no tener nada. Después de hacer saltar las alarmas al
incluir las rabietas en el último Manual de Pediatría DSM (la biblia de
los psiquiatras) y después de ver como el gobierno estadounidense
declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de la
salud mental, cifras que parecen un insulto al sentido común de la
población, porque es imposible que tantos niños estén mentalmente
enfermos, aparecen unas declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDAH, que no dejan indiferente a nadie que viva o trabaje con niños.
El semanario alemán Der Spiegel, en un artículo en que ponía en
relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana,
explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.
Los inicios del TDAH
Los primeros intentos por tratar de explicar que había niños con TDAH
sucedieron en 1935. Por aquellos tiempos, los médicos habían tratado
por primera vez a niños de primaria con un carácter inquieto y con
dificultad para concentrarse en lo que se les pedía, bajo el diagnóstico
de síndrome post-encefálico. Fue un intento que no cuajó porque claro,
la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.
En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia,
Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez
con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”. Bajo
dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes
psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego utilizó el metilfenidato,
droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como
tratamiento de elección: los niños enérgicos se transformaban en niños
dóciles.
En el año 1968 se incluyó la “reacción hipercinética de la infancia”
en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma
parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente
creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la
que se nace. Él mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era
una enfermedad inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH
(entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno
problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin
embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres,
el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados
porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En
1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato. En
el año 2011 se vendieron 1.760 kg.
El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del
servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de
Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más
famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo,
decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo
que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las
razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta. Ver
si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si
los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela, si
al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió
que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado de un
suspiro concluyó: “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más
rápido” (a lo que yo añadiría “y mucho más ventajoso para el negocio de
la psiquiatría”).
¿Existe el TDAH?Yo no sé si existe o no existe (y eso que el que la inventó dice que no), ni tampoco me toca a mí responder a esta pregunta, sin embargo estoy seguro de que son muchos los niños diagnosticados cuyo único pecado ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la hora de demandar de sus padres un poco más de atención. Ya hace más de dos años os ofrecí dos entradas en las que explicaba cómo se diagnostica el TDAH, para que vierais que no existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno. Todo se hace en base a la observación y en base al cumplimiento o no de unos criterios o parámetros que los niños normales deben hacer”.
Tomado de Aprendizaje Inteligente